Pregunta habitual en mi bandeja de entrada: «¿Cómo compaginas ocho horas de trabajo técnico con avanzar un poemario, una novela y quieres publicar 30 años de escritos olvidados?» Hoy abro la puerta del calendario, hora por hora, con café incluido. No como ejemplo perfecto (ya que cambia cada semana según lo que suceda), sino como mapa posible para quienes sienten que “no hay tiempo”. Y es que siempre hay tiempo, sólo hay que encontrarlo.
05:00 h — Despertador & silencio previo
Nada de pantalla. No medito, sólo dejo que la mente suba desde el fondo como un buzo: recuerdo el último verso que escribí la noche anterior y visualizo en qué punto lo retomaré. Aprovecho el tiempo para poder salir a correr, hacer ejercicio, y a la vuelta una ducha fresquita y el desayuno de los campeones.
07:30 h – 08:30 h — Ritual Pluma
Con la casa aún en penumbra abro un cuaderno exclusivo para páginas matutinas.
Tres hojas a mano: la primera, desahogo libre; la segunda, un verso nuevo; la tercera, un micro-diálogo para mi primera novela que se publicará no muy tarde (Xela, Reina). Nada de revisión. Aquí la mano manda, el editor duerme. Sólo me acompaña un té rojo.
09:00 h – 18:00 h — Arquitecto TI a jornada completa
Durante el trabajo dejo la escritura en pausa, salvo algunos paréntesis a lo largo de la mañana para comprobar que se lanzan IG Story, Reels y otros vídeos con una línea del cuaderno o algunas reflexiones. Me sirve de pausa mental y mantiene el “pulso social” sin distraerme más de dos minutos.
18:00 h – 19:00 h — Bloque creativo vespertino
Terminado el curro, grabo un lote de Shorts, edito el podcast, hago un vídeo para el canal… depende del momento. Ese contraste (pasar de código a metáforas) refresca la mente antes de la cena.
19:00 h – 20:00 h — Live «Escribe conmigo»
Lunes y miércoles abro TikTok. Pongo un cronómetro de 25-5-25: dos sprints de escritura real y cinco minutos de charla entre medias. Quien se conecta escribe a la par. Funciona como gimnasio: no cancelas si alguien te espera en la puerta. Y aunque no haya nadie.
21:00 h – 21:30 h — Revisión del día
Compruebo comentarios, respondo a un par de correos y apunto los pendientes para mañana, validando estadísticas y datos del día. Después desconecto: nunca llevo el portátil a la cama, pero sí un libro ajeno —alimentar antes de dormir ayuda a escribir mejor al amanecer.
“La disciplina no encadena, señala la puerta de salida del laberinto.”
¿Qué parte de tu día puedes blindar para escribir?
No importa si son 15 minutos en el bus o media hora después de cenar. El tiempo no se encuentra: se talla. Cuéntame en los comentarios cuál sería tu ritual mínimo viable.
¿Te unes a la lista de viernes?
Cada semana envío un verso inédito y un recurso nuevo.
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